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domingo, 19 de agosto de 2012

EL LOBO: ¿amenaza o amenazado? (Por Nerea Sancho)

Existen muchas personas que respetan y quieren profundamente al lobo.
Este es el caso de una joven amiga que adora la vida salvaje y además admira la obra de Félix Rodríguez de la Fuente. Sé que le hace mucha ilusión aportar su granito de arena, con lo que decidí publicar su viva visión del lobo.

El lobo:  
¿amenaza o amenazado?
Cuando los colonos europeos llegaron a América y expulsaron a las tribus indias empezaron a pagar por cada lobo muerto, desde entonces el lobo ha sido asesinado, maltratado y quemado vivo, visto como el diablo de los bosques. El lobo ha sido el ser más odiado y aún continua siéndolo en muchas partes del mundo.

Canis lupus y homo sapiens en realidad no son tan diferentes, pero mientras que el lobo solo mata para alimentarse y alimentar a los suyos, el ser humano va más allá, matando por tradición, diversión o simplemente por gusto, sin emplear la capacidad que nos diferencia del resto de los seres de este planeta, la razón.



El ser humano odia al lobo porque ataca su ganado, pero no se da cuenta que en realidad, donde está su casa ahora, antes, era la del lobo y que el lobo no ataca al ganado sino que el ser humano pone el ganado en la boca del lobo al situarlo en laderas y montañas. Esa es su casa no la nuestra, no culpemos al lobo de nuestros errores.

Además el lobo no suele atacar al ganado si encuentra comida en el monte, pero la realidad es que no encuentra comida porque a nosotros no nos vale con los cerdos, pollos o conejos que se crían, sino que tenemos que ir con nuestras escopetas a robarle la comida al lobo y no solo a él.

El lobo tampoco ataca al ser humano como la mayoría de la gente piensa. Es más, el lobo evita al ser humano.
 
Solo vemos lo malo de este magnífico animal, pero, ¿Qué hay de toda esa gente que de no ser por lobos, que han cuidado de ellos, ahora no estaría aquí?

Sin ir más lejos el caso de Marcos Rodríguez Pantoja, hombre que no solo vivió sino que convivio con los lobos durante varios años en Sierra Morena.

QUIERANLO, NO LO MALTRATEN, LO NECESITAMOS…

(Nerea Sancho)
Desde estas líneas, mi más sincera enhorabuena a Nerea Sancho por su inestimable pasión hacia el lobo y la Naturaleza y sus ganas de seguir comprendiendo el mundo que nos rodea. Es una gran alegría saber que las nuevas generaciones desean que la Naturaleza sea respetada y amada.

miércoles, 20 de junio de 2012

Homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente en su 32 Aniversario ( Por Antonio Mora López )


Hace pocos días recibí un correo electrónico bastante "curioso", ya que el contenido había sido escrito el 13 de Marzo de 2012.
Busqué en la red por si se había publicado lo que en él se decía, pero no hubo suerte.
Creo estar en la obligación de cumplir el sueño de publicar este escrito perteneciente a un joven autor:  
 Antonio Mora López, gran admirador de Félix.
Deseo que os guste tanto como a mí.




 "Homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente" 

Hoy se cumplen 32 años de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, el “amigo de los animales”. Esta fecha resulta aún más trágica por el fortuito hecho de coincidir con su cumpleaños, casualidad que no parece ser un regalo muy apetecible para nadie. Nacido en Poza de la Sal, humilde pueblo de la provincia de Burgos, desde muy pequeño estuvo seguro de cuál era su devoción, y supo emplearla como un potente arma para formar a su alrededor un enorme halo de popularidad sobre una sociedad que necesitaba un héroe, alguien que señalase el sendero abandonado que en ese momento tocaba seguir: el de la conservación de la naturaleza.
 
Su imagen de incansable luchador en pos de conservar paisajes maravillosos se ve reflejada en la suerte de continuar disfrutando en todo su esplendor de los numerosos y mágicos lugares palpitantes de vida que esconde nuestra Península. Sus dotes natas para inocular con sorprendente destreza en la sociedad su amor hacia los seres vivos le permitió, de la manera más profunda, agitar las conciencias de toda una generación a la que le bastó una pequeña dosis de sus palabras para despertar de ese estupor que le impedía ver con claridad y empatía los problemas medioambientales de su tiempo. Así dejó como legado sólido y patente un grupo activo de seguidores, lozano y consciente de la necesidad de proteger sus tesoros más vivientes, que son los animales, las plantas, los lagos, los ríos y las cumbres escarpadas donde moran la majestuosa águila real o el imponente macho montés.


Gran comunicador y profundo conocedor de los problemas medioambientales de su entorno, supo como nadie transmitir el simple, aunque a menudo olvidado, mensaje de cariño hacia la Naturaleza, de valorar nuestro entorno más primitivo y con el que estamos conectados por el vínculo más intrínseco y natural de la especie humana. Nos descubrió a toda una generación los secretos naturales más preciados de nuestros frondosos bosques, las hostiles cumbres montañosas o los melodiosos ríos de cuyas aguas depende la continuidad de la vida salvaje. Su obra resulta tan extensa que no puede reducirse a la serie “El Hombre y la Tierra”, “la Enciclopedia de la Fauna” o sus grabaciones radiofónicas, sino que aún perdura, pues en la actualidad podemos observar la trascendencia de algunos de sus ambiciosos proyectos, palpables en la supervivencia de especies tan emblemáticas como el lince ibérico o el oso pardo, o la continuidad de la cetrería como práctica deportiva en nuestro país.

Félix supo, ante todo, ocupar con absoluto compromiso el difícil cargo de guardián de la vida animal y embajador de la naturaleza; poseía las dotes necesarias para crear amistades, seguidores y, lo más importante, sucesores en la difícil labor de inculcar valores y sentimientos que, aun pareciendo alejados de la contundente información que a diario nos presentan, son, sin embargo, los más elementales instintos que férreamente lleva impreso el hombre en sus entrañas.


 Y es que Félix fue un genio nacido en el momento oportuno para definir uno de los caminos más importantes para la sociedad, el de la Ecología, allanándolo para los que venían detrás siguiendo sus huellas. Un coloso al que tuvimos la suerte de disfrutar durante un tiempo que siempre nos parecerá corto, y del que debemos sentirnos orgullosos, no solo por los fascinantes recuerdos que nos ha regalado, sino también por ser retoños de la misma tierra, una tierra que nos vio cambiar hacia una actitud a favor de que el juego de la vida se mantenga equilibrado entre el hombre y el resto de los animales.

Desde estas líneas; muchas gracias Antonio por tu homenaje. 
(Si alguien desea publicar algo relacionado con Félix, será un placer hacerlo. Tu opinión, tus palabras, siempre serán bien recibidas).

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